Muchos de mis amigos y lectores me preguntan cómo logras escribir tantos libros en tan poco tiempo. Para ser honesto, ni siquiera puedo responder a esta pregunta aparentemente simple. Creo que es mi voz interior la que quiere discutir conmigo todo el tiempo. Y así, como por arte de magia, los pensamientos fluyen casi automáticamente en el teclado de mi computadora.