ISBN-13: 9781506517667 / Hiszpański / Miękka / 2016 / 124 str.
Pablo de Tarso, quE dices de ti mismo? Una cosa es lo que los escritores dicen de San Pablo y otra es como El se presenta a sI mismo ante los demAs. Una cosa es estudiar a San Pablo como figura de la historia del cristianismo y otra verlo como compaNero de viaje en el camino de la vida. Por mucho tiempo Pablo fue para mI un teOlogo y un organizador de comunidades, una gran figura del pasado. Este Pablo me dejaba la cabeza caliente y el corazOn frIo. Ultimamente lo he descubierto como un hombre alcanzado por Cristo, con un amor tan profundo que no sabIa si vivIa El o si era Cristo quien vivIa en El. ObservE a una persona que tuvo que dar media vuelta en su vida porque Dios se habIa metido por medio. DespuEs lo acompaNE de ciudad en ciudad, unas veces a paso ligero y otras corriendo porque su mensaje molestaba a mucha gente. Lo vi llorar como un padre cuando ve que sus hijos van por malos caminos. Lo vi tambiEn inquieto, como un pastor que comparte los gozos y las tristezas de los demAs. Me lo encontrE escribiendo cartas con lAgrimas en los ojos porque no podIa estar con los hermanos en momentos difIciles. Finalmente, lo vi envejecer, desgastAndose en fidelidad al compromiso que habIa adquirido con Dios. Este Pablo entrO a formar parte de mi vida y se volviO mi compaNero de viaje.
Pablo de Tarso, ¿qué dices de ti mismo? Una cosa es lo que los escritores dicen de San Pablo y otra es como él se presenta a sí mismo ante los demás. Una cosa es estudiar a San Pablo como figura de la historia del cristianismo y otra verlo como compañero de viaje en el camino de la vida. Por mucho tiempo Pablo fue para mí un teólogo y un organizador de comunidades, una gran figura del pasado. Este Pablo me dejaba la cabeza caliente y el corazón frío. Últimamente lo he descubierto como un hombre alcanzado por Cristo, con un amor tan profundo que no sabía si vivía él o si era Cristo quien vivía en él. Observé a una persona que tuvo que dar media vuelta en su vida porque Dios se había metido por medio. Después lo acompañé de ciudad en ciudad, unas veces a paso ligero y otras corriendo porque su mensaje molestaba a mucha gente. Lo vi llorar como un padre cuando ve que sus hijos van por malos caminos. Lo vi también inquieto, como un pastor que comparte los gozos y las tristezas de los demás. Me lo encontré escribiendo cartas con lágrimas en los ojos porque no podía estar con los hermanos en momentos difíciles. Finalmente, lo vi envejecer, desgastándose en fidelidad al compromiso que había adquirido con Dios. Este Pablo entró a formar parte de mi vida y se volvió mi compañero de viaje.