ISBN-13: 9788470024542 / Hiszpański / Miękka / 2009 / 306 str.
Nueva presentacion, nueva tipografia. Nota del editor: la version kindle ya esta eficazmente corregida. Hans-Ulrich Rudel, autor de este libro autobiografico, inicio la Segunda Guerra Mundial con el grado de subteniente y la acabo con el de coronel de la Luftwaffe. Segun sus instructores, no se encontraba entre los individuos mas dotados para el pilotaje, no pasaba de ser una mediania. Le hubiera gustado pilotar un avion de caza pero tuvo que adaptarse a los Stukas, bombarderos que, al principio le parecieron pesados y poco manejables. No obstante, en ellos realizo 2.530 vuelos de guerra, con el resultado de la destruccion de 500 tanques rusos y el hundimiento del acorazado Marat. Al final de la guerra acabo con la unica pierna que le quedaba escayolada. Fue el soldado mas condecorado de Alemania. De una pagina del libro: ...Picamos, el uno detras del otro, en un angulo que debe oscilar entre los 70 y 80 grados. Ya el Marat se encuadra en el visor, se agranda, se hace enorme. Todos sus canones estan apuntados directamente a nosotros y tenemos la impresion de precipitamos hacia un muro de fuego. Tanto peor, hay que pasar; si lo conseguimos, la infanteria no se vera detenida a lo largo de la costa y pagara menos caro cada pulgada de terreno. De repente abro desmesuradamente los ojos: el aparato del capitan, del que estoy separado por solo algunos metros, parece que literalmente me deja en el sitio. En pocos segundos lo veo ya lejos. Es que en el ultimo momento ha recogido los frenos para llegar mas aprisa abajo? Naturalmente, lo imito de nuevo; a toda velocidad me precipito sobre la cola del avion delante de mi. Y entonces me doy cuenta de que mi avion es mas rapido y que no puedo hacerme con el. En el instante de alcanzar a mi jefe percibo, justo delante de mi, la figura livida del subayudante Lehmann, el ametrallador del capitan. Cree que de un momento a otro mi helice cortara el timon de su aparato. Con toda mi fuerza empujo la palanca para acentuar mi angulo de caida; debo de estar casi vertical. Un sudor glacial se desliza por mi espalda. El avion del capitan esta exactamente debajo del mio. Pasare sin tocarlo, o iremos los dos a abatirnos en llamas?... Otro pasaje: ...Hecho curioso: la idea de rendirme pasivamente ni siquiera cruza por mi mente; en lo unico en que pienso es en escapar, aunque solo tenga una probabilidad entre cien de conseguirlo. En ningun caso quiero ser prisionero de los soviets; se pondrian muy contentos de tenerme. Prudentemente, vuelvo la cabeza para ver si detras de mi la via esta libre; en seguida los tres rusos sospechan algo y uno de ellos grita "stoy "(alto ). Tanto peor, me bajo bruscamente al mismo tiempo que giro sobre mis talones y me pongo a correr, zigzagueando sin cesar. A mi espalda se oyen tres detonaciones simultaneas y en seguida la metralleta empieza a escupir sus rafagas. Siento un dolor lacerante en la espalda, pero continuo corriendo como una liebre, siempre zigzagueando; alcanzo la cima de una colina mientras las balas pasan silbando a izquierda y derecha. Los rusos me persiguen con una tenacidad desagradable: corren, se paran para tirar, vuelven a correr, se paran otra vez, disparan y no me atinan. Nunca hasta ahora habia hecho un "sprint" parecido; es una pena que no haya un cronometrador en los alrededores, estoy ciertamente a punto de batir el record de los 400 metros. A cada paso, la sangre brota de mi espalda, debo luchar contra el desvanecimiento; un negro velo cruza ante mis ojos, aprieto los dientes diciendome que el destino abandona solo a aquellos que se abandonan a si mismos...