ISBN-13: 9781514159415 / Hiszpański / Miękka / 2015 / 78 str.
Cuando entramos en una exposicion, del tipo que sea, solemos ir bien equipados: gafas de bucear, botella de oxigeno y, al final, cana de pescar. Dentro del oceano de ideas desmenuzadas, incluso destrozadas, aguantamos la respiracion unos minutos para captar el maximo de detalles que puedan encajar en nuestro concepto de realidad. La historia del cuadro debe cuadrar, o entramos en panico, en la inestabilidad. Nos hundimos. Adaptar la obra a nuestro criterio y no al reves, es un proceso asumido por algunos como una natural thing (algo natural). Y precisamente asi se llama la exposicion de Ruben Fresneda, Natural Things, que pretende, sin embargo, dar una version un poco diferente de esta teoria. Cuando una obra como la suya nace de la destruccion, de la sintesis de la realidad, de lo abstracto, es poderosa. Nos cautiva y tiene la primera palabra. Porque nos descompone y nos desnuda devolviendonos la mirada, como por efecto picassiano. Y aunque, en ultima instancia, las asociaciones continuan deduciendose de manera racional y volvemos a la realidad, los sentidos han podido viajar, desbordados y despechados, por unos segundos. El juego es el siguiente: (realidad), abstraccion, (realidad). Decidimos jugar con Fresneda y entramos en la sala. La muestra se divide en dos partes, segun la clasificacion mental: a un lado, sinestesia pura y dura: a la otra, paisajes. Objetivamente, unos lienzos en vertical al oleo, llenos de difuminados, tambien de contrastes, con una linea horizontal tajante como protagonista. El primero es un viaje delicado a traves de los sentidos. Cuantas veces hemos observado un cuadro y nos han entrado ganas de probarlo, o hemos captado su olor? Esto nos pasa ahora. Fresneda hace cosquillas a los instintos mediante trabajos como Sandia o Cerveza. En el caso de los paisajes, nos capta especialmente La noche en rosa, inspirado en el momento posterior a una nevada, o el llamado Sin titulo (con el agua hasta el cuello). El joven artista asegura que Kandinsky, Rothko y Eusebio Sempere son sus tres intocables. Admite que utiliza la figuracion solamente cuando se cabrea, que la aburrio hace tiempo. Ahora apuesta por un trabajo cromatico, por una pincelada discreta, que no deja rastro. Su trabajo es un ejemplo del poder de lo implicito. Con su trazo, nos lleva por donde quiere, controlando nuestra imaginacion sin complicarnos en exceso y empujando a dar el salto porque saltamos sobre una base real, finalmente. Sin parafernalias, sin adornos innecesarios. Abstractamente pero, a la vez demostrando que un cuadro no figurativo tambien se puede comer."