Llega el momento en que la edad de 65 años está al alcance, por fin, uno piensa aliviado, de la jubilación. ¡Hasta aquí todo bien! No pasa mucho tiempo antes de que celebre su 66 cumpleaños con su familia y se dé cuenta con creciente impaciencia de que un día así, con sus 24 horas, puede ser bastante largo.La familia, los nietos, holgazanear, viajar y la experimentación botánica ocasional mientras se trabaja en el jardín ya no son suficientes para darle al día una cara interesante, ¿qué hacer? No puede evitar esta pregunta si no quiere quedarse dormido en el sofá y frente al televisor por el resto de su vida. Por qué, me pregunté, repensar los muchos pensamientos e ideas que se han acumulado a lo largo de la vida y, si es posible, procesarlos por escrito. Tan pronto como se han pensado esos pensamientos, se desarrolla la iniciativa necesaria: se necesita un estudio de la literatura, la cabeza piensa sin pensar en el cuerpo, que ya tiene 66 años. Fueron estos tres años de estudio los que me demostraron que la escritura creativa no tiene por qué ser un oscuro secreto si intentas revelarlo. Y algo más me ayudó mucho a abordar la escritura en serio: la "escucha" espiritual para buscar conversaciones con la conciencia y su voz interior. Muchos de mis amigos y lectores me preguntan, ¿cómo logras escribir tantos libros en tan poco tiempo? Para ser honesto, ni siquiera puedo responder a esta pregunta aparentemente simple. Creo que es mi voz interior la que quiere discutir conmigo todo el tiempo. Y así los pensamientos fluyen, como guiados por magia, casi por sí mismos en el teclado de mi computadora.