ISBN-13: 9783659014994 / Hiszpański / Miękka / 2014 / 164 str.
En esta investigacion se analizan las reacciones de la politica exterior espanola contra el gobierno japones con motivo de la invasion de este pais a Manchuria en septiembre de 1931. Manuel Azana, presidente del gobierno del primer bienio de la Segunda Republica espanola, al principio no mostro demasiado interes por este asunto, pero Alajandro Lerroux, ministro de Estado y maximo responsable de la diplomacia republicana, reacciono rapidamente y siguio el curso del Incidente de Manchuria con mucha atencion. Esa actitud de Lerroux, secundada por los dos ministros de Espana en Tokio: Juan Francisco de Cardenas, y posteriormente, Santiago Mendez de Vigo, contribuyo a eliminar oportunamente cualquier molestia, de las autoridades niponas hacia el gobierno azanista, que hubiera podido causar la intervencion de Salvador de Madariaga, representante espanol de la Sociedad de Naciones, en contra de Japon. De ahi que el problema que podia perjudicar a Azana, apenas interesado en un asunto del Extremo Oriente, fuera solucionado gracias a las gestiones llevadas a cabo por el cuerpo diplomatico espanol en el Extremo Oriente."
En esta investigación se analizan las reacciones de la política exterior española contra el gobierno japonés con motivo de la invasión de este país a Manchuria en septiembre de 1931. Manuel Azaña, presidente del gobierno del primer bienio de la Segunda República española, al principio no mostró demasiado interés por este asunto, pero Alajandro Lerroux, ministro de Estado y máximo responsable de la diplomacia republicana, reaccionó rápidamente y siguió el curso del Incidente de Manchuria con mucha atención. Esa actitud de Lerroux, secundada por los dos ministros de España en Tokio: Juan Francisco de Cárdenas, y posteriormente, Santiago Méndez de Vigo, contribuyó a eliminar oportunamente cualquier molestia, de las autoridades niponas hacia el gobierno azañista, que hubiera podido causar la intervención de Salvador de Madariaga, representante español de la Sociedad de Naciones, en contra de Japón. De ahí que el problema que podía perjudicar a Azaña, apenas interesado en un asunto del Extremo Oriente, fuera solucionado gracias a las gestiones llevadas a cabo por el cuerpo diplomático español en el Extremo Oriente.