ISBN-13: 9781494799656 / Hiszpański / Miękka / 2013 / 180 str.
Lo que les voy a contar es la historia de un sueno, casi un cuento de hadas. En el ano de mil novecientos noventa y dos llegue con mi familia a la urbanizacion de La Fresneda (en el municipio de Siero, Asturias) y a todos nosotros nos parecio un lugar idoneo para vivir. Tenia instalaciones deportivas, muchos arboles, bosques, rios y una gran variedad de aves. Ademas a un extremo del pueblo (todavia en ciernes) una pequena colina poblada de bosque, sotobosque, arbustos, prados y algunos caserios (surcada por caminos y senderos) parecia constituir tambien un lugar muy propicio para hacer 'running'. Encontre en la belleza incomparable del Club de Campo un espacio deportivo excepcional para entrenar (arboles, rio, aves, verdes campos...). Asi que nos asentamos en La Fresneda llenos de proyectos e ilusiones. Pronto me calce las zapatillas de clavos y me dispuse a trazar una ruta virgen sobre hierba por todo el perimetro del Club de Campo. De esa forma comence a correr siempre sobre mis pasos, llevando a cabo todos los dias el mismo recorrido, entre la hierba alta y bucolica, aprovechando las margenes del rio Norena y del arroyo Forcon. Que tiempos tan irrepetibles . No tarde mucho en dejar una huella sensible sobre el cesped inmaculado, pues a fuerza de repetir la pisada sobre los mismos lugares ya se sabe que en cualquier sitio enseguida se termina marcando un camino. Por esos anos comence a salir bastante en los periodicos y tambien a ser muy conocido por las largas distancias que corria, al obtener buenos resultados en los cien kilometros y tomar parte ya las 24 horas. Era funcionario de 'Correos' y preste por un tiempo mis servicios en la localidad de La Fresneda, de ahi que para todo el mundo empece a ser 'el cartero' a secas, sobrenombre con el que se me sigue conociendo (y asi sera hasta que me muera) aunque llevo varios anos perteneciendo a otra Administracion del estado espanol Transcurrio el tiempo sin que nadie mas corriera por la 'senda del cartero' hasta que un buen dia cuando estaba entrenando comprobe que el jardinero que prestaba servicios en el Club hacia sus labores con un tractor, el cual tenia acoplado un peine de segar hierba. Aunque yo no era nadie para hacerle peticion alguna (solo un socio mas), lo cierto es que me aventure a preguntarle su parecer sobre si se podria realizar una siega con el tractor por un determinado lugar, intentando mas que nada tantear su buena voluntad y predisposicion. ' De que se trata?', me dijo. Y le sugeri con cierto recelo si podria dar una pasada con la segadora por donde yo entrenaba. Ante mi asombro me indico enseguida: 'No hay problema, eso esta hecho. Dime por donde empiezo...'. Asi fue como le guie hasta un punto del sendero y comence correr por el mismo con el tractor segando y pisandome los talones. Yo estaba encantado, porque veia que se estaba abriendo una autentica vereda, que quedaba estupenda a la vista de cualquiera, pues parecia una verde alfombra. De esa forma fue como poco despues ya se pudo observar a mas corredores haciendo 'footing' por aquel circuito, incluida alguna mujer. Ese fue un punto de inflexion: era como si la hermosa franja de cesped bien cortado invitase a trotar sobre ella. Y de esa manera cada vez mas y mas personas empezaron a hacer 'running' por aquel trazado inigualable, un recorrido primoroso, al lado de enormes arboles, el bosque, dos rios y verdes praderas. Despues, en el ano dos mil dos, la junta directiva decidio dedicarme (con un homenaje una placa) la ya famosa 'milla del cartero', corriendo ya ese dia ciento dos personas las primeras 24 horas de su historia, consiguiendo acumular 931 millas. Lo que ocurrio despues ya fue algo imparable. Pero eso, mis queridos lectores y lectoras, tendran que descubrirlo ya en el libro."