ISBN-13: 9783847359388 / Hiszpański / Miękka / 2012 / 424 str.
Carta del Ingeniero Sebastien Vauban, Mariscal de Francia, de Luis XIV, al Ministro de Guerra, Francisco Miguel Lauvois. 17 de Julio de 1683. Monsenor: Hay algunos trabajos en los ultimos anos que no han terminado y que no se terminaran, y todo esto por la confusion que causan las frecuentes rebajas que se hacen en sus obras, lo que no sirve mas que a atraer como contratistas a los miserables, pillos o ignorantes, y ahuyentar a aquellos que son capaces de conducir una empresa. Yo digo mas, y es que ellos retrasan y encarecen considerablemente las obras porque esas rebajas y economias tan buscadas son imaginarias y que un contratista que pierde hace lo mismo que un naufrago que se ahoga, agarrarse a todo lo que puede; y agarrarse a todo, en el oficio de contratista, es no pagar a los suministradores, dar salarios bajos, tener peores obreros, enganar sobre todas las cosas y siempre pedir misericordia contra esto y aquello. Y de ahi bastante, Monsenor, para hacerle ver la imperfeccion de esa conducta; abandonela pues y en nombre de Dios, restablezca la buena fe; encargar las obras a un contratista que cumpla con su deber sera siempre la solucion mas barata que podreis encontrar."
Carta del Ingeniero Sébastien Vauban, Mariscal de Francia, de Luis XIV, al Ministro de Guerra, Francisco Miguel Lauvois. 17 de Julio de 1683. Monseñor: Hay algunos trabajos en los últimos años que no han terminado y que no se terminarán, y todo esto por la confusión que causan las frecuentes rebajas que se hacen en sus obras, lo que no sirve más que a atraer como contratistas a los miserables, pillos o ignorantes, y ahuyentar a aquéllos que son capaces de conducir una empresa. Yo digo más, y es que ellos retrasan y encarecen considerablemente las obras porque esas rebajas y economías tan buscadas son imaginarias y que un contratista que pierde hace lo mismo que un náufrago que se ahoga, agarrarse a todo lo que puede; y agarrarse a todo, en el oficio de contratista, es no pagar a los suministradores, dar salarios bajos, tener peores obreros, engañar sobre todas las cosas y siempre pedir misericordia contra esto y aquello. Y de ahí bastante, Monseñor, para hacerle ver la imperfección de esa conducta; abandónela pues y en nombre de Dios, restablezca la buena fe; encargar las obras a un contratista que cumpla con su deber será siempre la solución más barata que podréis encontrar.