ISBN-13: 9781535438254 / Hiszpański / Miękka / 2016 / 108 str.
El comendador Mendoza (1876), es un personaje peculiar, abuelo de Faustino y habitante de Villabermeja en el siglo XVIII, evita con su carisma que Clara, otro de los personajes de la novela, sea monja y consigue que esta con su amado Carlos. Extracto: A la Excma. Senora Dona Ida de Bauer Nunca, estimada senora y bondadosa amiga, sone con ser escritor popular. No me explico la causa, pero es lo cierto que tengo y tendre siempre pocos lectores. Mi aficion a escribir es, sin embargo, tan fuerte, que puede mas que la indiferencia del publico y que mis desenganos. Varias veces me di ya por vencido y hasta por muerto; mas apenas deje de ser escritor, cuando revivi como tal bajo diversa forma. Primero fui poeta lirico, luego periodista, luego critico, luego aspire a filosofo, luego tuve mis intenciones y conatos de dramaturgo zarzuelero, y al cabo trate de figurar como novelista en el largo catalogo de nuestros autores. Bajo esta ultima forma es como la gente me ha recibido menos mal; pero aun asi, no las tengo todas conmigo. Mi musa es tan voluntariosa, que hace lo que quiere y no lo que yo le mando. De aqui proviene que, si por dicha logro aplausos, es por falta de prevision. Escribi mi primera novela sin caer hasta el fin en que era novela lo que escribia. Acababa yo de leer multitud de libros devotos. Lo poetico de aquellos libros me tenia hechizado, pero no cautivo. Mi fantasia se exalto con tales lecturas, pero mi frio corazon siguio en libertad y mi seco espiritu se atuvo a la razon severa. Quise entonces recoger como en un ramillete todo lo mas precioso, o lo que mas precioso me parecia, de aquellas flores misticas y asceticas, e invente un personaje que las recogiera con fe y entusiasmo, juzgandome yo, por mi mismo, incapaz de tal cosa. Asi broto espontanea una novela, cuando yo distaba tanto de querer ser novelista. Despues me he puesto adrede a componer otras, y dicen que lo he hecho peor.Esto me ha desanimado de tal suerte, que he estado a punto de no volver a escribirlas. Entre las pocas personas que me han dado nuevo aliento descuella V., ora por la indulgencia con que celebra mis obrillas, ora por el valor que los elogios de V., si prescindimos por un instante de la bondad que los inspira, deben tener para cuantos conocen su rara discrecion, su delicado gusto y el hondo y exquisito sentir con que percibe todo lo bello. Aunque yo no hubiese seguido de antemano la sentencia de aquel sabio alejandrino que afirmaba que solo las personas hermosas entendian de hermosura, V. me hubiera movido a seguirla, mostrandose luminoso y vivo ejemplo y gentil prueba de su verdad. No extrane V., pues, que, lleno de agradecimiento, le dedique este libro."